Asesinato de Juan Prim Asesinato de Juan Prim

El crimen que cambió la historia: ¿quién mató a Juan Prim y por qué?

¿Quién mató al general Juan Prim que cambió el destino de España? Un repaso por las principales hipótesis sobre el crimen que sigue sin resolverse.
El general Prim fue tiroteado el 27 de diciembre de 1870 en Madrid. Créditos: Wikimedia Commons

El general Juan Prim y Prats fue una de las figuras más relevantes de la historia de España del siglo XIX. Su papel fue decisivo para derrocar a Isabel II, instaurar el régimen democrático y elegir al rey Amadeo de Saboya. Sin embargo, su vida se truncó de forma trágica cuando fue víctima de un atentado que le causó la muerte tres días después. ¿Quién ordenó el asesinato de Prim? ¿Qué intereses se ocultaban tras el magnicidio? ¿Qué consecuencias tuvo para el destino de España? Estas son algunas de las preguntas que aún hoy siguen sin respuesta definitiva y que alimentan el misterio que rodea al crimen de Prim.

El atentado

El 27 de diciembre de 1870, a las siete y media de la tarde, el general Prim salió del Congreso de los Diputados, donde acababa de presidir una sesión, y se dirigió a su domicilio en la calle del Turco, hoy Marqués de Cubas. Iba acompañado de dos ayudantes, el general Moya y el coronel González Nandín, y de su cochero, Francisco Ríos. Al llegar a la esquina de la calle del Turco con la Carrera de San Jerónimo, una decena de hombres armados con trabucos y pistolas abrieron fuego contra la berlina en la que viajaba Prim. El general recibió tres disparos. Los asaltantes huyeron rápidamente, aprovechando la confusión y el pánico que se habían generado.

El cochero condujo el carruaje hasta la casa de Prim, donde fue atendido por varios médicos. A pesar de la gravedad de las heridas, el general no perdió el conocimiento ni la lucidez. Incluso dictó un parte oficial en el que afirmaba que se encontraba bien y que esperaba una pronta recuperación. Sin embargo, su estado se fue agravando con el paso de las horas. El 30 de diciembre, a las ocho de la mañana, Prim falleció a causa de una septicemia provocada por la infección de las heridas.

Los sospechosos

El asesinato de Prim conmocionó al país y provocó una gran indignación popular. El gobierno declaró el estado de sitio y ofreció una recompensa de 100.000 pesetas a quien aportara datos sobre los autores del crimen. Se inició una investigación policial que condujo al arresto de más de 200 personas, entre las que se encontraban algunos de los presuntos pistoleros, cómplices y encubridores. Sin embargo, ninguno de ellos confesó ni reveló quién había sido el instigador del atentado.

Las sospechas recayeron sobre varios grupos políticos y sociales que se habían opuesto a la labor de Prim y que podían tener motivos para eliminarlo. Entre ellos se encontraban:

  • Los carlistas: partidarios de la rama tradicionalista de los Borbones, que defendían los derechos dinásticos de Carlos María Isidro y sus descendientes. Los carlistas se habían alzado en armas contra el gobierno liberal y habían iniciado la tercera guerra carlista en 1872. El asesinato de Prim podría haber sido una venganza por su participación en la represión de las anteriores guerras carlistas y por su apoyo a la monarquía constitucional.
  • Los alfonsinos: partidarios de la rama moderada de los Borbones, que defendían los derechos dinásticos de Alfonso, hijo de Isabel II. Los alfonsinos, liderados por Antonio Cánovas del Castillo, se habían opuesto a la revolución de 1868 y a la elección de Amadeo de Saboya como rey. El asesinato de Prim podría haber sido un intento de facilitar el retorno de los Borbones al trono.
  • Los republicanos: partidarios de la abolición de la monarquía y de la instauración de la república. Los republicanos, divididos en varias tendencias, se habían sentido traicionados por Prim, que había prometido una reforma democrática y había terminado por imponer un rey extranjero. El asesinato de Prim podría haber sido un acto de protesta y de reivindicación republicana.
  • Los montpensieristas: partidarios de la candidatura al trono de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, y de su esposa Luisa Fernanda, hermana de Isabel II. Los montpensieristas, apoyados por la masonería y por algunos sectores del ejército, se habían enfrentado a Prim por su preferencia por Amadeo de Saboya. El asesinato de Prim podría haber sido una conspiración para eliminar al principal obstáculo para la coronación de Montpensier.
  • Los serranistas: partidarios de Francisco Serrano, duque de la Torre, que había sido presidente del gobierno provisional tras la revolución de 1868 y regente del reino hasta la llegada de Amadeo de Saboya. Los serranistas, integrados en el partido constitucional, se habían distanciado de Prim por su ambición de poder y por su injerencia en la política exterior. El asesinato de Prim podría haber sido una maniobra para recuperar el control del gobierno y de la regencia.
Amadeo de Saboya visita la capilla ardiente de Prim
Amadeo de Saboya visita la capilla ardiente de Prim. Créditos: Wikimedia Commons

Las principales hipótesis

A lo largo de los años, se han formulado diversas hipótesis sobre la autoría intelectual del crimen de Prim, basadas en testimonios, documentos, indicios y especulaciones. Algunas de las más destacadas son las siguientes:

La hipótesis carlista

Sostiene que el asesinato de Prim fue obra de los carlistas, que contaron con la colaboración de algunos militares y civiles descontentos con el régimen. Según esta versión, el cabecilla del atentado fue el general Jaime Ortega y Olleta, que había sido compañero de armas de Prim y que se había pasado al bando carlista.

Ortega habría organizado el plan con la ayuda de otros oficiales carlistas, como el coronel José María de la Torre y el capitán José Paúl y Angulo. Los pistoleros habrían sido reclutados entre los voluntarios carlistas que se encontraban en Madrid, como Manuel Fernández Montesinos, Francisco Otero, José Tormo y Juan Bautista Greus. Esta hipótesis fue defendida por el periodista y escritor Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales y por el historiador y político Juan Van-Halen en su libro El magnicidio de Prim.

La hipótesis alfonsina

Sostiene que el asesinato de Prim fue obra de los alfonsinos, que contaron con la complicidad de algunos agentes extranjeros y de la reina Isabel II. Según esta versión, el cerebro del atentado fue el duque de Sesto, íntimo amigo de Isabel II y embajador de España en París.

El duque de Sesto habría coordinado el plan con la ayuda de otros personajes influyentes, como el marqués de Molins, el conde de Cheste, el general Echagüe y el banquero José Salamanca. Los pistoleros habrían sido contratados entre los sicarios que operaban en Madrid, como Manuel Rubio, Francisco Asenjo, José García y Manuel Orovio. Esta hipótesis fue defendida por el periodista y escritor Francisco Pérez Abellán en su libro El crimen de la calle del Turco y por el historiador y político Francisco Martínez de la Rosa en su libro El asesinato de Prim.

La hipótesis republicana

Sostiene que el asesinato de Prim fue obra de los republicanos, que contaron con el apoyo de algunos sectores populares y de la prensa. Según esta versión, el ideólogo del atentado fue el periodista y político Nicolás Estévanez, que había sido ministro de la guerra con Prim y que se había convertido en uno de sus más acérrimos enemigos.

Estévanez habría dirigido el plan con la ayuda de otros líderes republicanos, como Emilio Castelar, Francisco Pi y Margall y Manuel Ruiz Zorrilla. Los pistoleros habrían sido reclutados entre los militantes republicanos que se encontraban en Madrid, como José María Orense, Manuel Becerra, Francisco Serrano Bedoya y José Abascal. Esta hipótesis fue defendida por el historiador y político Eduardo de Hinojosa y Naveros en su libro El enigma de Prim y por el periodista y escritor Manuel Chaves Nogales en su libro La agonía de Francia.

La hipótesis montpensierista

Sostiene que el asesinato de Prim fue obra de los montpensieristas, que contaron con la connivencia de algunos miembros de la masonería y de la diplomacia. Según esta versión, el instigador del atentado fue el propio duque de Montpensier, que había sido candidato al trono y que había mantenido una rivalidad personal con Prim.

Montpensier habría orquestado el plan con la ayuda de otros personajes cercanos, como el general Serrano, el marqués de Salamanca, el conde de Romanones y el embajador de Francia en España. Los pistoleros habrían sido contratados entre los agentes secretos que trabajaban para Montpensier, como José María Blázquez, Juan Nepomuceno de la Cuadra, Luis González Bravo y Manuel Ruiz Zorrilla. Esta hipótesis fue defendida por el historiador y político Joaquín Costa en su libro El oligarca y el cacique y por el periodista y escritor Javier Cercas en su novela El impostor.

El capitán-general Francisco Serrano
El capitán-general Francisco Serrano. Créditos: Wikimedia Commons

La hipótesis serranista

Sostiene que el asesinato de Prim fue obra de los serranistas, que contaron con la colaboración de algunos elementos del ejército y de la corte. Según esta versión, el artífice del atentado fue el general Serrano, que había sido regente del reino y que había perdido el poder y el prestigio por culpa de Prim.

Serrano habría organizado el plan con la ayuda de otros oficiales leales, como el general Pavía, el general Martínez Campos, el general Concha y el general Zabala. Los pistoleros habrían sido reclutados entre los soldados y los guardias civiles que se encontraban en Madrid, como Antonio García, José María López, Francisco Sánchez y Manuel Orovio. Esta hipótesis fue defendida por el historiador y político Ramón Salas Larrazábal en su libro El asesinato de Prim y por el periodista y escritor Arturo Pérez-Reverte en su novela El tango de la guardia vieja.

Sea como fuere, lo cierto es que el crimen de Prim sigue siendo uno de los episodios más oscuros y enigmáticos de la historia de España. A pesar de las numerosas investigaciones y teorías que se han realizado, no se ha podido establecer con certeza quién fue el responsable del magnicidio ni cuáles fueron sus verdaderos motivos.

Lo que sí se sabe es que el asesinato de Prim tuvo unas graves consecuencias para el futuro de España, ya que supuso el fin de la esperanza de una monarquía democrática y el inicio de una etapa de inestabilidad, violencia y enfrentamiento que desembocaría en la primera república, el golpe de Pavía, la restauración borbónica, el desastre del 98 y la guerra civil.

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